"La edad es sólo un número, algo para poner en los registros.
El hombre no puede retirar su experiencia, debe usarla.
Con la experiencia se logra más con menos energía"
Bernard M. Baruch (1870-1965)
Financiero y asesor presidencial estadounidense
Tomás tenía más de 65 años y se había quedado sin trabajo hace un
par de años. Su familia y amigos le habían aconsejado insistentemente
aprovechar lo cotizado, cobrar dos años de paro y retirarse.
Así
piensa la sociedad. Cumplir cincuenta y pico y dejar de formarse, dejarse
llevar y acabar pensando que es hora de esperar para retirarse cuando toque sin
seguir invirtiendo en tu yo profesional.
"Descansar como si se estuviera cansado", se quejaba. No tiene mucho sentido. Y se trata de algo muy de nuestra zona, del sur de Europa. Porque en países norteamericanos, o centroeuropeos, hay signos de ocuparse de manera más flexible, y con más años que en nuestro caso. No se ponen tantas barreras, ni para seguir aportando valor, ni para emprender.
Pero
él decidió no hacer caso y buscar un nuevo empleo. Y lo encontró. Demostró
que no es cierto que los Seniors no estén en edad de adecuarse, formarse y
trabajar de manera flexible y de una forma más eficaz. Tomás me comentaba que
seguir en el mundo laboral era lo mejor que le había pasado, ya que no podía
jubilarse a la edad en la que lo hizo su abuelo.
Según
su visión se trata de disponer gracias a la edad de una inteligencia
cristalizada, una visión sistémica, y capacidad 360º de entender la realidad. Unir
todos los puntos sabiendo explicar el por qué pasan las cosas y el por qué a
veces no.
Y
me habló de la intuición. Y me la definió como la capacidad inteligente que se
ha acumulado y trabajado, surgiendo la magia en decisiones difíciles por
eficiencia, a su debido momento. Respuestas que no son cristalinas para un Junior,
pero sí que las vislumbra un Senior.
Llegados
a este punto, nos preguntamos qué es mejor, concluyendo que la unión de los dos
mundos es lo que verdaderamente crea valor y genera riqueza. Los equipos de
alto rendimiento se construyen con lo mejor de los dos mundos, mediante equipos
transversales y uniendo varias generaciones, aprovechando el potencial máximo
de cada una de ellas.
Pensamos
en la matriz de funciones de una organización y de sus necesidades; y hay que
elegir talento tipo según necesites luchar en un mercado innovador o en un
mercado maduro.
Estábamos
de acuerdo que en un alto porcentaje se trataba de sesgos y prejuicios. En el
pasado los mayores cuidaban de los jóvenes, y llegado el momento los jóvenes
debían cuidar de los mayores. Esto debería volver. Se trata de admirarse,
respetarse, cuidarse entre generaciones en lugar de competir por edad. Pero
esta parte era por nuestra parte como un canto al sol dibujado de cierta
nostalgia. O sea, cosas del pasado, porque ahora todo ha cambiado.
Hablamos
también de la ausencia cercana de talento que necesitamos normalmente en
nuestra zona, por lo que el profesional senior pudiera ser una herramienta más
para completar plantillas dañadas en situaciones de necesidad de rápido
crecimiento.
Y
repasamos a los Junior. La gente joven y de media edad creen hoy que el empleo
para toda la vida ya ha desaparecido, cuestión muy diferente a lo que le pasaba
por la cabeza a nuestros abuelos o padres. Ahora aceleran el crecimiento y el
aprendizaje y en un par de años negocian en otra empresa para saltar de nivel,
tanto laboral como económico. Tomás le llamó a ese tipo de profesional
"turista laboral". Y entonces apareció la idea que podíamos encontrar
profesionales seniors más estables que pudieran generar más estabilidad en la
empresa. Nos prometimos explorar esta idea.
Me
recomendó primero crear un dialogo interno en la empresa para prepararnos para
este tipo de profesionales. Después, tener un plan sobre ello y empezar a medir
la diversidad generacional de nuestra empresa. Y no preparar a este tipo de
profesional para una salida futura, sino para que sigan adaptándose a los
nuevos tiempos y puedan competir en un mercado marcado por la incertidumbre
como es el actual.
Acabó
diciéndome que, para él, el trabajo a esta edad es bueno, le hacía sentirse joven
y además útil, y creía que era un tema estratégico no solo para la persona,
sino se atrevió a decir que era muy bueno para el país.
Quería
donar experiencia, visión sistémica, resolución de problemas complejos, por un
lado. Y por otro, recibir mucha flexibilidad, entendiendo la misma no como
trabajar menos, sino adaptado mejor a lo que necesitaba. Incluso estaba
dispuesto a negociar y minorar su salario adaptándolo a las circunstancias.
Va
a llevar su tiempo. Hay que prepararse por si pierdes a una edad senior el
empleo. Y cuando ocurra habrá que gestionar el duelo que esta etapa requiere. Será
un tiempo de transición impuesta, de inicio, en una situación de soledad
forzada. Y se necesitará entonces nuevas herramientas, nuevos conocimientos, nuevas
habilidades...
Y
aterrizamos en la apertura a nuevas redes externas, muy necesarias en el
presente para cualquier negocio y en el futuro cuando necesitas encontrar un
nuevo rol o trabajo. Estar abierto a nuevos contactos te abre a nuevos
aprendizajes y conocimientos no endogámicos. Se trata de despertar de la
ignorancia de darte cuenta de no saber nada, y emprender el camino de la obsesión
de la formación y el aprendizaje continuo y necesario.
Pensé
ya en casa que la conversación había sido como un toque de atención a
ejecutivos maduros. A líderes que descartan talento Senior. Pero sobre todo a
la sociedad que debe transformar el problema de una población que envejece en
una oportunidad.
No envejecen las personas, sino las ideas. Las empresas no pueden perder el talento Senior en un entorno incierto y con problemas laborales. Y acabé confirmando que el futuro no es de los jóvenes sino de los profesionales que nunca dejaron de aprender, independientemente de la edad.



