"La amabilidad es un lenguaje
que los sordos pueden escuchar
y los ciegos pueden ver"
Mark Twain
Esta semana tocó dividir la misma entre centro y norte de nuestro país pasando dos días en toda la cornisa cantábrica. No es fácil estar presentando un nuevo negocio por allí donde pasas, pero la historia se complica si vas a empresas y negocios que no te conocen de otras cuestiones pasadas y toca no solo presentar el proyecto sino también conocerte mutuamente desde una situación inicial.
Por ello, me centraré en el jueves, día en el que me tocaban tres reuniones con sendas empresas que no había tenido oportunidad de conocer en mi anterior etapa y que, aunque habían sido recomendadas por profesionales y amigos de confianza, siempre existe un mayor grado de incertidumbre que cuando se ha tenido una relación pasada ya directa con las mismas.
Bien, pues procediendo a la descripción de las diferentes situaciones acaecidas en la jornada, iniciaremos el paseo por orden, intentando ser conciso en cada una de las entrevistas derivadas de las reuniones.
Para aprovechar la jornada, dormí a 1500 metros de distancia de la ubicación de la primera empresa, en Gijón, por lo que a las 9:02 minutos estaba en la puerta intentando que alguien de los que pasaban cerca me saludara. Tras dos buenos días, sin respuesta, eso sí (pasaron dos personas a mi lado con la cabeza agachada no devolviendo el saludo), se acercó una persona que se presentó como el dueño. Yo le pregunté por el contacto que tenía, siendo su socio según él mismo me indicó, pero refiriéndome de una manera algo maleducada que no le había dicho nada de mi visita y había tenido que salir a realizar un trabajo urgente sin posibilidad de conocer cuando lo terminaría. No se le veía con intención de llamar al socio, ni siquiera de atenderme, por lo que indicándome un "espera" corto y seco, se fue hacia el taller y se puso a dar ordenes a un par de operarios no de manera muy agradable, dicho sea de paso. Me esperé durante al menos 20 minutos sin que nadie me dirigiera ni siquiera una mirada; eso sí, aproveché para buscar en el móvil las diferentes acepciones de la palabra PACIENCIA. Tengo que confesar que fue lo único que se me ocurrió durante este tiempo tan de soledad que me había tocado vivir. Al final, el señor me indicó que pasara a una especie de recepción y me dijo que le contara. Yo sabía que estaba sentenciado, pero me lo confirmó cuando sin apenas escucharme me dijo que todo lo que le decía no tenía futuro, no creían en nada de esto y debía de seguir con sus tareas, que el día no estaba para muchas interrupciones. ¡¡¡ADIOS!!! Vaya inicio de jornada. Espero que no sea así todo el día, pensé en voz alta, porque el estreno no había sido tal y como se había soñado la noche anterior al preparar cada una de las visitas que esta jornada me esperaban.
Mientras me desplazaba a la segunda cita, una hora de distancia en coche en dirección sur, mi mente repetía que al menos, pasara lo que pasara, el día no podía ir a peor, y de esta manera, me presenté ante la centralita/recepción de una gran nave en la zona de Siero en la que un señor, con sonrisa en la boca, mientras le colgaba el auricular de la oreja me indicaba con dos dedos que por favor, le esperara un minuto. Yo, como siempre, durante estas esperas, me dedico a leer todo lo que la gente cuelga en sus paredes de salas de esperas, recepciones y similares, encontrándome esta vez, como en muchas ocasiones certificados de calidad y medioambiente, la política de calidad y una serie de frases típicas sobre "el cliente", "el trabajo bien hecho", y otros temas tipo eslóganes que por tener año y nombre no conocido por mi parte en cada frase me imaginé que fueran originarios de algún concurso promovido internamente por la empresa. Una vez pasado el ansiado minuto, me invitaron a presentar el motivo de mi visita y, aunque no estaba la persona que había quedado conmigo, había tenido que salir a arreglar un tema urgente (inmediatamente pensé de forma retorcida que lo mismo había salido junto a mi anterior no-posible-entrevistado), pero había dejado orden de que me atendieran, y así lo hicieron. Tengo que decir, y así se lo hice saber por teléfono al titular de mi visita planificada, y jefe de la persona que me atendió, que en este caso me trataron a las mil maravillas, tomando nota de aquello que le interesaba, enseñándome y explicándome su proceso de fabricación e instalaciones, y confirmando que era posible una cierta sinergía en un futuro entre las dos empresas.
Y salí hacia mi última parada, antes de continuar hasta casa, esta vez pensando que lo bueno de tener un traspiés a la primera, es que en cuanto tienes una actividad normal y cercana, ésta te parece encantandora debida al efecto comparación...
Para concluir, tras una parada a comer y también hacer que el reloj marcara la hora de la última reunión a la tarde, me presenté en las instalaciones de la última empresa que tocaba, esta vez localizada en Tordesillas. Me atendió una señora en recepción muy amablemente y en un suspiro me aposentó en una bonita sala de reuniones, no pasando un minuto cuando el Gerente entró y se presentó en la estancia.
Nuevamente salí de la reunión con las expectativas totalmente cumplidas. Me escuchó atentamente, preguntando las dudas que le iban surgiendo. Además, como es ya usuario de uno de nuestros productos no tuvo ningún reparo en contarme, con pelos y señales, toda su historia (desde el nacimiento hasta la fecha) con este tipo de activos. Lo bueno, lo malo, lo positivo, las pegas. Para mí, esta entrevista fue de las mas productivas en mucho tiempo, ya que de una forma nada defensiva, este señor me dio una Master Class de experiencia real de producto que tiene una gran valor dentro de la fase de conocimiento de mercado y experiencia de cliente, sintiendo que la jornada en su conjunto, había merecido la pena.
Al salir, contento y agradeciendo su tiempo y excelentes explicaciones lo entendí todo; en la pared central de la entrada a la recepción colgaba el siguiente grabado que me permití el lujo de fotografiar y que comparto a continuación.
Para muestra, un botón y me permito sugeriros que dediquéis 1 minuto a ver el siguiente vídeo que evidencia todo lo escrito y si no cae en saco roto podréis usarlo como ejemplo varias veces al día desde el momento que lo veáis.
Nota: En definitiva, todo el mundo merece ser tratado bien, y ya que vamos a dedicar unos minutos al que entre por la puerta de nuestra vida debemos de intentar que se vaya con el mejor sabor de boca tras la interacción que han tenido con nosotros. Todo al final tiene su beneficio, y si no, al menos habremos alegrado al prójimo una parte de su día.
Ese vídeo, Eduardo, me recuerda una comida en un restaurante en Sevilla, de los que nacieron con motivo de la Expo-92, desde el momento de la comanda, con una PDA o parecido, hasta ponerte el servicio en la mesa ¡¡ UN MINUTO !! si no cumplían, te invitaban a comer... para "gente con prisa" y de allí nadie se iba sin pagar y lo más bonito, con alegría sevillana y comida comestible... del contenido del artículo ¿que decir? unos buenos ejemplos de diferentes tipos de trato (nunca me gustó hacer esperar visita alguna)... me quedo con la foto de la placa ¡excelente!
ResponderEliminarJJ.Milán
Veo que estás con mucho trabajo Edu, me alegro que estés contento con tus entrevistas y llevas toda la razón con lo de que hay que dar una oportunidad a la gente antes de juzgar si nos interesan las cosas o no.
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