La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días.
Benjamin Franklin (1706-1790) Estadista y científico estadounidense.
"Semana normal", entre comillas, sin fiestas que guardar ni sobresaltos no salvables, la que hemos pasado. Eso sí, los niños y niñas de la casa han disfrutado de su Semana Blanca, que falta les hacía, tras el estrés de la semana pasada (de pasión, recordad). Porque está claro, tras esos terribles y vertiginosos cuatro días seguidos de fiestas (de Jueves Santo al Domingo de Resurrección) necesitaban estar otros siete días más para recuperar las fuerzas y afrontar el último tramo del curso.
Pero hoy toca hablar de la jornada del martes. Os comento, al igual que a veces los padres necesitan descansar unas horas, otras veces una noche, y otras unos días completos tengo claro que cuando se tienen dos hijos con una distancia de 4 ó 5 años en la edad el mayor necesita descansar del pequeño.
Y lo he constatado en el viaje a Madrid que hemos realizado con Carmen esta semana recientemente concluida. Sí, ha disfrutado de madrugar, de subirse al tren, de observar un minutillo las tortugas del jardín botánico, de tomarse la leche con cacao en el bar a la salida de la estación, de ver los grandes edificios de la capi (como la sede del Ministerio de Agricultura, Correos, Cibeles, La puerta de Alcalá, la superbandera de España en Colón, etc...), los cuadros de Monet, sus minicatálogos de la exposición (los colecciona de todos los idiomas, debido a que cambian de color en la portada), la comida en Serrano, los columpios, la tienda de libros, el centro comercial, el paseo mientras mamá se compra unos trapitos, su animal adquirido en la tienda de juguetes, la partida al "cinquillo" durante la vuelta a casa en el tren con sus papás, la entrega del minicuento como regalo a su hermano chiquitín, la entrada en casa, la ducha relajante tras la jornada y el capitulo del cuento que no ha terminado de leer en la cama por caer rendida en un profundo sueño con una sonrisa dibujada en su cara.
En definitiva, ha SIDO FELIZ, sólo y debido a una suma continuada de pequeñas cosas, pequeñas cosas que todas unidas en una jornada y agrandadas por el efecto de sentirlas diseñadas para ella han tenido un significado muy especial.
Ahora toca reflexionar a los ¿adultos?, sí, a todos nosotros. Nuestras vidas rellenas de inconformismos, repletas de comparaciones con los demás, con las típicas ilusiones de tener siempre más y mejor, de alcanzar lo material en cantidad...
Cambiemos el Chip, aprendamos a disfrutar de las múltiples y cotidianas pequeñas cosas que nos ocurren todos los días, a cada momento; en definitiva: aprendamos de nuestros pequeños, observemos y tomemos su ilusión, sus ganas de disfrutar por esos momentos de sentirse el centro de atención y sobre todo debemos aprender a generar una capacidad de que nuestra gente y en nuestro entorno se aprecie un ambiente de felicidad debida a agradecer todas y cada una de las ocasiones en las que estos pequeños regalos divinos acompañan a nuestras vidas y a las de nuestros familiares y amigos.
Para muestra, un botón y me permito sugeriros que dediquéis 3 minutos a ver el siguiente vídeo que evidencia todo lo escrito y si no cae en saco roto podréis usarlo como ejemplo varias veces al día desde el momento que lo veáis.
Nota: se trata de seguir estos consejos o realizar una lista con los nuestros propios y lo más importante, comprometernos de forma individual con nosotros mismos a ir eliminándolos de la misma tras haberlos convertido en parte de nuestro día a día, seguro que aumentamos nuestro porcentaje de minutos felices sobre totales. Seguro.
Estoy de acuerdo contigo en que hay que disfrutar de las cosas pequeñas que nos pasan todos los días y no buscar grandes acontecimientos para ser felices. Saludos.
ResponderEliminar